sábado, 21 de agosto de 2021

¿Cómo mejorar la habilidad manual, el caminar y el mantenimiento de la postura?

En este artículo vamos a trabajar sobre las habilidades motrices y qué podemos hacer de ahora en adelante para mejorarlas.


Seguimos analizando el libro del que hablé en los videos anteriores de La Obra Social Fundación ”la Caixa”  “Vive el envejecimiento activo. Memoria y otros retos cotidianos”


Las habilidades motrices fundamentales comprenden, básicamente, la destreza manual, la marcha (es decir, la capacidad de caminar) y el mantenimiento de la postura. 


El gesto motor, es decir de movimiento, tiene su soporte físico esencial en los huesos, articulaciones, tendones y músculos. 


El movimiento responde a un amplio abanico de posibilidades y matices, obedeciendo a una compleja organización que reside en el cerebro y que cuenta con múltiples interconexiones.


El conjunto musculoesquelético debe trabajar en armonía, con flexibilidad, para lograr la adecuada coordinación entre músculos y articulaciones.



La habilidad manual

La mano representa la máxima evolución de las extremidades superiores en la evolución de las especies y determina muchas de las capacidades funcionales y creativas únicas de la especie humana. 


En el cerebro humano se ha desarrollado una extensa área que ha evolucionado para controlar las manos y, especialmente, los pulgares. La posición y movilidad del pulgar y las posibilidades de prensión que permite suponen un refinamiento del control manual, representando uno de los grandes factores que ha llevado al ser humano a desenvolverse con mayor éxito en gran variedad de entornos climáticos y geográficos. 


Pensemos en la era actual, la de las nuevas tecnologías. En este caso, una nueva función ha potenciado claramente un órgano: el pulgar. Hay quien a la generación joven actual la llama la «generación del pulgar», ya que con dicho dedo, pulsando sobre distintas herramientas tecnológicas, se comunica, se saluda o se decide la suerte de un programa de televisión, entre otras cosas.


La mano supone una importante herramienta creativa, algo así como una extensión del intelecto, un medio de comunicación no verbal y uno de los principales órganos sensoriales. 


La destreza manual determina, en gran medida, la calidad de muchas de las habilidades cotidianas, de funcionalidades relacionadas con el trabajo y de actividades recreativas. Además, permite llevar a cabo movimientos de extrema precisión, así como realizar tareas que requieren de considerable fuerza. 


Con la mano pueden ejercerse distintas formas de prensión, como:


  • la prensión por oposición terminal entre el pulgar y otro dedo, que es la que nos permite por ejemplo sostener una aguja; 
  • la prensión por oposición subterminal, que nos permite, por ejemplo, sostener un lápiz (pero no para escribir); 
  • la prensión por oposición subterminolateral, que se demuestra por la capacidad de sostener una moneda entre el lateral del índice y su presión con el pulgar (por ejemplo, para insertarla en la ranura de una máquina, o para girar una llave en una cerradura); 
  • la prensión tridigital, que nos permite sostener un lápiz para escribir;
  • las prensiones tetra y pentadigitales, que permiten la acción de enroscar y desenroscar; o 
  • la prensa esférica, que permite sostener objetos redondeados

Por otro lado, no suele pensarse en la capacidad que la mano tiene, además de para agarrar, para soltar, y que ante determinadas enfermedades que suponen una rigidez y/o lentitud (como la enfermedad de Parkinson) puede verse limitada.


Para estimular la motricidad manual fina son recomendables:


    • las actividades recreativas tipo manualidades: 

    • modelar con distintos materiales (arcilla, plastilina, etc.), 

    • dibujar

    • pintar (también escribir); 

    • hacer labores (coser, hacer punto, ganchillo, punto de cruz, etc.); 

    • así como ejercicios de separar o agrupar botones, legumbres, semillas, etc.



La funcionalidad motriz


El declive de la funcionalidad motora asociado a la edad puede deberse a distintos factores. 


Por ejemplo, algunas consecuencias de la osteoartritis de los dedos son dolor, inflamación, deformidades en las articulaciones y reducida movilidad de dedos y muñeca, dificultando ciertas actividades de pinza y/o prensión.


Del mismo modo, también contribuyen a la alteración del movimiento en general factores conductuales asociados al envejecimiento, como el declive en el ejercicio y en la actividad física y un estilo de vida más sedentario.


Muchas personas, al hacerse mayores, caminan y se mueven más lentamente, y cuando no está asociado a otros trastornos o enfermedades (como la enfermedad de Parkinson) se considera un rasgo del síndrome de fragilidad física del envejecimiento.


El funcionamiento ágil de las articulaciones deriva de la integridad de distintos tejidos y estructuras, como ligamentos, tendones y cartílagos.


¿Cómo afecta la edad a las articulaciones y a la pérdida de movilidad? 


Con el avance de la edad se producen cambios importantes en el entorno de las articulaciones y, como resultado, las fibras de tendones y ligamentos se empiezan a fragmentar, de forma que pierden capacidad para compensar la tensión derivada del movimiento de las articulaciones. 


Consiguientemente, las articulaciones pierden elasticidad y se vuelven más propensas a lesiones. A la larga, el resultado funcional es que hasta pequeños movimientos de articulaciones se tornan dolorosos. 


Ya desde los 20 años de edad, los cartílagos experimentan cambios en su grosor. En edades avanzadas se han adelgazado considerablemente y son muy frágiles. 


Como resultado de todo este desgaste acumulado a lo largo de la vida en las articulaciones, se manifiesta la artritis, pudiéndose sentir dolor aun cuando las articulaciones estén flexionadas. 


La más común es la osteoartritis, que se caracteriza por una serie de desajustes en las articulaciones, resultando en dolor y pérdida de flexibilidad y movilidad. 


Algunas profesiones o aficiones que suponen determinados movimientos repetitivos pueden incrementar el riesgo de padecer dichas alteraciones o adelantar su aparición (por ejemplo, algunos deportes, el manejo continuado de determinadas herramientas como el martillo neumático, etc.).


La marcha


En términos médicos, el hecho de caminar se denomina marcha. Cuando caminamos sin ningún tipo de problemas, se dice que tenemos una marcha normal. Una marcha normal se caracteriza por caminar con sensación de libertad, porque los movimientos son casi automáticos y la deambulación se realiza prácticamente sin tener conciencia de ellos. 


El peso se desplaza de forma alterna de una pierna a otra. Al mismo tiempo, los brazos se balancean de forma cruzada al movimiento de las piernas (es decir, si la pierna izquierda se adelanta, el brazo derecho se desplaza hacia atrás, y viceversa). La postura del tronco varía en cada persona, pero en general es más o menos erecta. Existe una alta variabilidad individual en la marcha.


De hecho, algunas personas tienen un modo de andar tan característico que pueden ser identificadas a distancia por su aspecto o por el sonido de sus pasos. 


El envejecimiento suele causar un progresivo enlentecimiento de la marcha, así como de las acciones motoras en general, debido al deterioro de algunas estructuras del sistema nervioso. 


Junto a los problemas óseos y articulares antes descritos, es frecuente que moverse resulte una actividad más costosa que cuando se era más joven. Sin embargo, las personas que han tenido una vida especialmente activa y que, con la edad, siguen manteniendo un cierto nivel de ejercicio físico acusan menos las dificultades de movimiento.


No obstante, la disminución de algunos recursos cognitivos como la capacidad de atención (esto lo veremos en el próximo artículo) en sus distintas modalidades puede afectar a la efectividad y la seguridad de la marcha.


Debe prestarse atención al caminar y, especialmente, en edades avanzadas, ya que algunas habilidades como la capacidad de atención dividida pueden verse disminuidas. 


Otras precauciones a tener en cuenta son el incrementar la autoconciencia que significa estimar correctamente las propias limitaciones físicas, ya que el subestimarlas puede llevar a una inadecuada valoración de los riesgos del entorno (suelos resbaladizos, caminos estrechos, pavimentos en mal estado, cruzar calles por lugares indebidos, etc.) e incrementar el riesgo de caídas. 


Consejos para estimular la habilidad motriz


  • Procure realizar ejercicio físico
  • Es muy importante mantenerse activo socialmente. En un reciente estudio sobre personas mayores, se sugiere que una menor participación en actividades sociales está relacionada con una mayor probabilidad de declive de habilidades motoras como la fuerza y la destreza.
  • Muchas actividades cotidianas pueden contribuir a la preservación de la destreza manual: coser, hacer bricolaje, manualidades, etc. Ahora bien, debe evitarse la realización de ciertas actividades de forma prolongada si aparece dolor en las articulaciones de manos y dedos, distribuyendo, en tal caso, la actividad en sesiones más cortas.
  • Si padece dolor en las manos, tal vez se beneficie de masajes periódicos por parte de un profesional de la manicura o un fisioterapeuta, o simplemente de un suave masaje con crema hidratante realizado por algún familiar o amigo, sin que ello sustituya el consejo médico.}





Pensando en la habilidad motriz: adaptaciones en el entorno para facilitar las actividades de la vida diaria


El movimiento es un requisito indispensable en la mayor parte de las actividades cotidianas, empezando por aquellas más básicas, necesarias para llevar una vida autónoma. A continuación veremos algunas orientaciones para, en función de cada necesidad particular, poder adaptar el entorno y, así, tratar de facilitar el desarrollo de tales actividades.


La higiene personal y el baño


El baño puede ser una actividad peligrosa para personas con problemas de movilidad y estabilidad. La accesibilidad y seguridad pueden mejorarse con medidas para evitar o minimizar el riesgo de resbalones o tropiezos.


  • Para la ducha, es recomendable la instalación de un pasamanos (firmemente sujeto a la pared) para ayudar a salvar el pequeño escalón de entrada. Asimismo, utilizar un asiento estable dentro de la ducha disminuye el riesgo de caídas.
  • Cuando exista dificultad para inclinar el cuerpo hacia delante y alcanzar zonas como rodillas o pies, se puede recurrir a esponjas con mango largo.
  • Para utilizar gel, champú o cremas hidratantes, pueden resultar muy útiles dispensadores fijados a la pared y fácilmente recargables. Así se evitarán las incomodidades que pueden derivarse de abrir y cerrar frascos con las manos mojadas, además del riesgo de caída al no poder sujetarse por tener las manos ocupadas.
  • Se recomienda colocar velcros en las toallas para su sujeción, para así poder destinar las manos únicamente al secado del cuerpo y no a tener que, además, sujetar la toalla.
  • Es muy importante que el suelo del cuarto de baño sea de algún material antideslizante (también pueden colocarse alfombrillas de goma en las zonas de mayor uso) y evitar que esté mojado (usar, por ejemplo, alfombrillas de toalla para la salida de la bañera o de la ducha).
  • En la zona del inodoro también puede resultar muy útil la colocación de un pasamanos para facilitar el gesto de sentarse y levantarse.

      

Asimismo, si se considerara necesario existen unas sencillas alzas que se colocan encima del inodoro para que el asiento quede más elevado y, así, facilitar igualmente el sentarse y levantarse del mismo (consultar en ortopedias).


  • La reducción de la fuerza o de la efectividad de prensión manual puede hacer más difíciles tareas como el afeitado, el cepillado de dientes o el secado del pelo. Son muy recomendables aparatos como los cepillos de dientes eléctricos o las máquinas de afeitar eléctricas, así como secadores ligeros. Por otro lado, el simple engrosamiento (por ejemplo, con gomaespuma) de artículos convencionales (cepillos de dientes, peines, cubiertos, etc.) contribuye a facilitar su agarre y utilización.


El vestido y el desvestido


Los problemas articulares y/o de inestabilidad pueden dificultar las tareas de vestido y desvestido. Algunas sugerencias para facilitar estas actividades:


  • Siempre que sea posible, es recomendable vestirse y/o desvestirse estando sentado, ya sea en la cama o en una silla disponible en la habitación.
  • En caso de tener problemas para alcanzarse los pies, o para no forzar la flexión de cadera en caso de lesiones o dolor, pueden utilizarse calzadores largos o pasamedias adaptados (consultar en ortopedias).
  • El uso de prendas con cintura elástica (en lugar de botón, cremallera, cinturón, etc.) o de zapatos sin cordones ni hebillas (mejor cierres de velcro, o sin cierres, siempre y cuando el pie quede bien sujeto) facilita la tarea del vestido, especialmente cuando existan problemas manuales que entorpecen la motricidad fina.



La comida y el manejo de utensilios


Si por problemas manuales (dolor articular, deformidades óseas, problemas de prensión, etc.) manejar los cubiertos se convierte en una ardua tarea, probablemente se pierda interés en la comida. 

La recomendación del uso de cubiertos adaptados es una opción para mantener la independencia en una actividad tan importante como la alimentación. 


Pueden ser de gran utilidad los siguientes objetos:


    • Cucharas ligeras y con el mango curvo y/o engrosado.

    • Tenedores y cuchillos ligeros y con el mango engrosado.

    • Tazas con dos asas, para facilitar su agarre.


En caso de precisar orientación, puede consultar con su médico de familia para que le indique la posibilidad de contactar con un profesional, como un terapeuta ocupacional, especialista en orientar a los usuarios y a sus familiares o cuidadores sobre las mejores estrategias de adaptación, tanto mediante cambios físicos en el entorno como mediante un entrenamiento específico en ejercicios y formas de proceder en la vida cotidiana para hacer que las actividades resulten más fáciles y potenciar, así, la autonomía.


Ya sabemos cuáles son las medidas que podemos y debemos tener en cuenta a la hora de prevenir accidentes y mejorar nuestra calidad de vida, entonces...


Ahora solamente queda poner ¡manos a la obra!



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