viernes, 1 de julio de 2022

Cómo transitar esta etapa de una manera amena y llena de energía

Hoy vamos a trabajar sobre las fortalezas psicológicas que nos ayudará a tener una mejor calidad de vida.

Usaremos para este artículo el libro llamado: Programa de Personas Mayores. Vivir En Positivo, Vivir Bien, Sentirse Mejor de la Fundación Bancaria ”la Caixa”. 2016. Aquí encontramos un interesante trabajo sobre las fortalezas psicológicas que hoy quiero compartir con vos.


Trabajaremos sobre cuatro fortalezas psicológicas esenciales: la curiosidad, la sabiduría, la perseverancia y el coraje. Las fortalezas psicológicas son vías para alcanzar la virtud, rasgos morales que necesitamos trabajar si queremos alcanzar el máximo grado de desarrollo humano posible.


¿Qué son las fortalezas psicológicas?


En los últimos años, se insiste cada vez más en la construcción de competencias basadas en los aspectos positivos, en las fortalezas humanas, como algo esencial.


1. Sabiduría y conocimiento. Engloba las fortalezas cognitivas relacionadas con la adquisición y el uso del conocimiento, de la más básica desde el punto de vista evolutivo (curiosidad) a la más compleja (perspectiva):


Creatividad: pensar nuevas y productivas formas de conceptualizar y hacer las cosas. Incluye la creatividad artística, pero no se limita a esta.


Curiosidad e interés por el mundo: interesarse por el mundo, encontrar temas de interés, estar abierto a la experiencia, explorar y descubrir.


Deseo de aprender: querer conocer, mejorar y manejar nuevas habilidades. Está asociada a la curiosidad, aunque en este caso va más allá, al describir la tendencia sistemática a añadir nuevo conocimiento al que ya se posee.



Apertura a la experiencia: examinar bajo distintos puntos de vista, tener en cuenta todas las características de la situación antes de opinar sobre ella, o tomar una decisión y ser capaz de cambiar de opinión ante la evidencia.


Perspectiva: ser capaz de proporcionar un sabio consejo a los demás, tener formas de ver el mundo que hagan que adquiera sentido para uno mismo y para los demás.


2 Coraje. Fortalezas emocionales relacionadas con actuaciones conscientes dirigidas a objetivos encomiables, realizados ante fuertes adversidades y que no se sabe con certeza si serán alcanzados o no:


Valor o valentía: no echarse atrás por miedo, cambios, dificultades o dolor; defender lo que es justo a pesar de la oposición y actuar conforme a las convicciones, aunque sean impopulares. Incluye actuaciones de valentía física.


Perseverancia: acabar lo que se empieza, persistir en una acción a pesar de los obstáculos, concentrarse en lo que se hace y dedicar esfuerzo a alcanzar objetivos.


Integridad: decir la verdad, vivir de forma genuina y auténtica, y ser responsable de los propios sentimientos y acciones.


Vitalidad: vivir de forma apasionada y con energía, como si la vida fuese una aventura; implicarse en lo que se hace y sentirse con ánimo para hacer cosas.


3 Amor y humanidad. Fortalezas interpersonales que incluyen acercamiento y amistad con otras personas:


Amar y dejarse amar (intimidad): valorar las relaciones íntimas y profundas con los demás, ser cercano a la gente.


Amabilidad: hacer favores a los demás, ayudarles y cuidarles.

Inteligencia social: conocimiento de uno mismo y de los demás, saber cómo actuar en situaciones sociales y cómo hacer que los demás se sientan bien.


4. Justicia. Fortalezas cívicas que persiguen una vida armónica en comunidad:


Ciudadanía: trabajar bien en equipo, ser fiel y apoyar los objetivos comunes.


Justicia e imparcialidad: tratar a todo el mundo según los mismos criterios de justicia, no permitir que los sentimientos personales interfieran en las actuaciones con los demás y dar oportunidades a otras personas.


Liderazgo: animar al grupo para alcanzar juntos los objetivos propuestos, manteniendo al mismo tiempo buenas relaciones con sus miembros, organizar actividades grupales y contribuir a su realización.


5. Templanza. Fortalezas que protegen contra el exceso y facilitan la expresión apropiada y moderada de apetitos y necesidades:


Capacidad de perdonar y misericordia: olvidar lo que otros nos han hecho si nos han herido, darles una segunda oportunidad y no ser vengativo.


Humildad: no intentar ser el centro de atención, no darse a uno mismo más importancia que a los demás.


Prudencia: ser cauto en la toma de decisiones, no asumir riesgos innecesarios y no decir o hacer cosas de las que más tarde nos podríamos arrepentir.


Autorregulación: regular lo que uno siente o piensa, ser disciplinado y controlar apetitos y necesidades.


6. Trascendencia. Fortalezas que conectan con un universo más amplio y proporcionan significado a la vida. Van más allá de la persona y la conectan con algo más elevado y permanente: otras personas, el futuro, la evolución, lo divino o el universo:


Apreciación de la belleza y de la excelencia: percibir y apreciar la belleza o excelencia de cualquier faceta de la vida, desde la naturaleza hasta el arte, pasando por las matemáticas o la ciencia, o cualquier experiencia diaria.


Gratitud: ser consciente de las cosas buenas que suceden y dar gracias por ellas, dedicando tiempo a expresarlo.


Optimismo y esperanza: esperar lo mejor del futuro y trabajar para lograrlo, confiando en que el futuro depare cosas buenas.


Humor: tendencia a reír y a sonreír, hacer reír a otras personas, ver el lado cómico de lo que sucede y hacer bromas.


Espiritualidad: poseer fuertes y coherentes creencias sobre la razón y el significado trascendente del universo, saber cuál es el lugar que se ocupa en el orden universal, y apoyarse en esas creencias para actuar y sentirse reconfortado.




¿Cómo puedo usar las fortalezas en esta etapa?


La curiosidad


La curiosidad y el interés se encuentran en la base de aquellas experiencias cotidianas asociadas al deseo de conocer más. La búsqueda de lo nuevo y la apertura a la experiencia tienen quizá un cariz distinto, al asociarse a la búsqueda de sensaciones, de nuevas experiencias que permitan tener un nivel de activación satisfactorio para el sujeto.


En general, la curiosidad se asocia a experiencias placenteras, a evaluaciones positivas sobre uno mismo, el mundo y el futuro, a creer que los objetivos son alcanzables y los obstáculos superables, y a una tendencia a disfrutar y a estar abierto a nuevas ideas y experiencias.


Cuando las personas sentimos curiosidad, aumentamos la atención, procesamos y retenemos mejor, aumentando la probabilidad de persistir en la tarea y alcanzar los objetivos propuestos. La curiosidad, además, ayuda a iniciar procesos dirigidos a experimentar sensaciones positivas y al crecimiento personal, que, entre otras cuestiones, incluye la integración de experiencias nuevas mediante procesos de asimilación y acomodación. 


El ir más allá de lo conocido evita el aburrimiento (que podemos considerar como una emoción altamente desmotivadora), nos libera de la sensación de obligación y convierte lo que hacemos en algo intrínsecamente motivador. 


La curiosidad se considera, asimismo, una emoción positiva, asociada a intensas experiencias placenteras y a ser más creativos.


No hay que olvidar que ser curioso es también una actitud. Depende de nosotros, está en nuestras manos avivarla y encenderla.


Por último, la curiosidad es un gran motor para nuestra felicidad. Tenemos que desechar la idea —que nos han inculcado desde niños— de que curiosidad es sinónimo de indiscreción.


Además, y esto es muy importante, la curiosidad nos hace más flexibles mentalmente y nos engancha a la vida, porque pasamos de andar de puntillas a sentir la estabilidad y la fuerza que proporciona apoyar toda la planta del pie. 


¡Casi nada!


Así que esta parte pretende avivar, estimular y provocar la curiosidad por aquello que le sucede a cada uno tanto en su interior como en el mundo que le rodea, para poder vivir la vida con mayor intensidad y profundidad.


Para practicar...


El Decálogo De La Curiosidad


1. Observa lo que pasa a tu alrededor.

2. Cuestiona lo que oyes.

3. Míralo todo desde el punto de vista del otro.

4. Quédate todos los días al menos con una imagen que te haya impresionado.

5. De vez en cuando, haz cosas que nunca habías hecho, aunque te parezcan disparates o tonterías. Experimenta cosas nuevas.

6. Sal de tu zona de confort (esa donde todo es predecible y te sientes protegido), al menos una vez a la semana.

7. ¡¡¡Aprende, aprende, aprende!!!

8. Mejora tu escucha.

9. Supera el miedo. No te va a pasar nada por ser curioso.

10. Tómate todos los días tiempo para ser curioso.



La sabiduría


La búsqueda de la sabiduría es tan antigua y universal como la humanidad. Aristóteles, que nació en el año 384 a. C., ya hablaba de la sabiduría («La sabiduría es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad»), y anteriormente al filósofo griego ya existían textos que hablaban de ella. La sabiduría tiene que ver con el conocimiento (cognición), pero también con el saber (ciencia, erudición, cultura), la experiencia (maestría, pericia) y la cordura (inteligencia, juicio, prudencia).


Las ciencias sociales y del comportamiento han conceptualizado la sabiduría de muy diversas formas: en términos de actitud, de intereses amplios, como autodesarrollo, ligada a la madurez personal, a veces como habilidad interpersonal, como entendimiento, experiencia, control de las emociones, humor, conocimiento, comprensión, juicio, relativismo, desempeño, conciencia, manejo de la incertidumbre, etc.


En el ámbito del envejecimiento, una de las conceptualizaciones más conocidas entiende la sabiduría como un conocimiento experto y un juicio acerca de la pragmática fundamental de la vida. En otras palabras, la sabiduría en el envejecimiento tiene que ver con la experiencia práctica de la vida, que se evidencia en la resolución de problemas de la vida cotidiana.


Esta perspectiva focaliza la sabiduría en la experiencia y el desempeño.


Resumiendo, se puede afirmar que la sabiduría está ligada tanto a características personales (personalidad, apertura a lo nuevo, creatividad) como a la experiencia (la práctica y el entrenamiento de una persona) y a la existencia de contextos facilitadores (escolaridad, experiencias de aprendizaje, apoyo social, resolución de crisis anteriores, etc.).


En esta etapa se abordará la sabiduría no desde aspectos cognitivos (conocimiento), sino desde otros más ligados a una inteligencia aplicada para el logro de objetivos beneficiosos para uno mismo y para otras personas. 


Una sabiduría que busca el equilibrio entre lo propio y lo ajeno, que tiene que ver con mi vida y con la vida de los demás. 


No se trata de adquirir conocimientos, sino de la sabiduría relacionada con vivir una vida plena, con sentido y significado, «enterándonos» de las cosas que nos pasan. 


Si existe una etapa caracterizada por la sabiduría, esa es la vejez. Como decía Ernest Hemingway, «temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día».


Para pensar...


Para identificar nuestros puntos fuertes y débiles deberemos contestar las preguntas recordando las cinco dimensiones de la sabiduría:


a) buscar el equilibrio entre nosotros y el yo; 

b) encontrar la harmonía entre escuchar a los demás y ser escuchado; 

c) ajustar principios y valores; 

d) buscar una posición central de interdependencia (vivir entre la independencia personal y la necesidad de los demás); y 

e) vivir el presente visualizando (no negando) lo que viene, el futuro.


Pensemos en las siguientes preguntas:


• Me considero más individualista… o creo que tengo en cuenta a los demás?


• Me considero una persona que escucha… o hago poco caso de lo que me dicen?


• Me considero una persona con valores y que respeta los valores de los demás… o hago poco caso de los valores y principios, ni propios ni ajenos?


• Me considero una persona muy autónoma, muy independiente… o más bien soy una persona que dependo de lo que me digan los demás?


• Me considero una persona que vive solo pensando en el futuro y no aprovecha el presente… o vivo solo en el presente ignorando lo que me pueda traer el mañana porque no lo quiero ver?





El Coraje


El coraje puede definirse como la habilidad de hacer lo que es necesario o justo a pesar del miedo o la presión de los demás. No es, por lo tanto, la ausencia de miedo, sino la capacidad de actuar voluntariamente pese al riesgo que entraña una situación, en un intento de obtener o mantener algo que se considera bueno para uno mismo o para los demás.


El coraje tiene que ver con no dejarse intimidar ante el cambio, ante situaciones vividas como amenazantes, difíciles o dolorosas; con ser capaz de defender una postura propia que se cree correcta, aunque exista una fuerte oposición por parte de terceros. 


El coraje puede tener que ver con la audacia necesaria para que una persona lleve la vida que desea, con «vivir» aun cuando la persona se sienta frágil.


Aunque en el coraje se distingue un aspecto más físico (el que supone una actuación en situaciones de riesgo), también tiene un componente «moral», asociado a superar, por ejemplo, el miedo a la opinión de los demás y, en general, todos los miedos e incertidumbres que surgen a lo largo de la vida: miedo a la enfermedad, a perder a seres queridos, a ser criticado, a no ser comprendido, etc.


Otras veces, el coraje tiene que ver con darse a los demás, atreverse a cambiar, confiar en alguien, ser autocrítico, dejar los miedos a un lado, no resignarse, vivir con cierta incertidumbre, asumir las propias debilidades, aceptar la fragilidad personal, etc.


La psicología positiva considera el coraje como una de las fortalezas psicológicas relacionadas con la virtud del coraje, entendida esta última como la fortaleza emocional que implica la consecución de metas u objetivos ante situaciones de dificultad, externa o interna, que exigen la práctica de la voluntad personal para alcanzarlos.


El coraje, la audacia, la valentía, etc. tienen que ver no con grandes cosas, sino con nuestra vida cotidiana. No estamos hablando de los héroes de las películas o de los cómics.


Estamos hablando de las personas normales y corrientes que asumen el protagonismo de su vida en situaciones complicadas, comprometiéndose con algo más que con ellos mismos; las personas que siguen adelante pese a las dificultades, aquellas que ejercen una influencia positiva en su entorno. 


Ellos son el ejemplo del coraje.


Así, en esta oportunidad analizaremos el coraje como una fortaleza psicológica que nos ayuda a vivir la vida que queremos, a superar dificultades y a alcanzar objetivos, desde un supuesto fundamental: el coraje ya anida en nosotros.



Ideas Para Aumentar El Coraje


1 No busques el control absoluto porque no existe. Aprende a vivir con la incertidumbre.

2 Borra la palabra conformismo de tu cabeza.

3 Apóyate en la curiosidad.

4 Eres tu propio héroe o heroína: no te defraudes.

5 Habla de lo que te da miedo.

6 Tener parte de responsabilidad es tener parte de la solución.

7 No eres víctima de nada.

8 Perdónate y perdona.

9 Da gracias.

10 Confía, aunque alguna vez te la jueguen.

11 Aprende a quererte con tus grandezas y con tus miserias, que todos tenemos.

12 Comprométete.

13 Nunca descuides a tus amigos.

14 Piensa en positivo.

15 Pon pasión en todo lo que hagas.

16 Todas las semanas, ¡date un gusto!

17 Pasa todos los días 10 minutos contigo mismo.

18 En lo pequeño, en lo cotidiano, está la grandeza.



La perseverancia


Martin Seligman, uno de los padres de la psicología positiva, define la perseverancia como «la persecución voluntaria de un objetivo a pesar de las dificultades y los obstáculos». 


Perseverar no es empecinarse ni obstinarse, sino la capacidad de tomar la decisión de cuándo seguir actuando y cuándo abandonar. 


Perseverar se relaciona con obtener satisfacción de las tareas emprendidas y que logran ser terminadas con éxito, aunque cuesten.


La perseverancia está asociada al control interno, la autoeficacia, la motivación intrínseca, el autocontrol, el optimismo y la autoestima.


La perseverancia, en otros términos, se puede entender como una energía, procedente de la fuerza de voluntad (esfuerzo continuo), que ayuda a aguantar un poco más, a hacer las cosas sin importar las circunstancias adversas, facilitando alcanzar los objetivos.


Por último, una aclaración a través de un ejemplo. Salir a pasear todos los días, a la misma hora, por el mismo sitio, realizando el mismo recorrido, haga frío, calor, nieve o viento, para estar en forma y tener salud es una cosa. 


Una persona perseverante no tiene por qué, para estar en forma y tener salud, hacer siempre lo mismo, a la misma hora, etc. 


La perseverancia, tal y como se entiende en este sentido, está ligada a un objetivo, como el hecho de ponerse en forma y tener salud, y admite varios caminos para alcanzarlo: pasear, hacer dieta, ir al gimnasio, o una combinación de todos ellos. 


En otras palabras, un cambio de estrategia para alcanzar un objetivo no es dejar de perseverar.


Perseverar es alcanzar un objetivo usando la misma estrategia o distintas estrategias. Quien persevera busca el objetivo, y no le importa cambiar de estrategia para alcanzarlo. 


Ahora veremos cómo aumentar la capacidad de perseverar para poder alcanzar los objetivos que nos planteamos, para ser más fuertes personalmente, para poder vivir mejor.


Lista de ideas clave para perseverar:


  • Establece objetivos y metas, porque son imanes que atraerán tu voluntad y te ayudarán si te encuentras obstáculos en el camino.


  • Fíjate objetivos y proyectos factibles. Ve poco a poco y con las ideas claras.


  • Comprométete de forma plena y decidida contigo mismo para alcanzar tus objetivos. Nadie puede responder por ti.


  • Sé constante en tus actividades, previniendo los obstáculos. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.


  • Ejercita diariamente la fuerza de voluntad. Ensaya todos los días. Empieza a persistir con las pequeñas cosas, no esperes a que te ocurra algo grande e incómodo.


  • No te desanimes ante los problemas. Emplea tus habilidades y, si sientes que tú solo no puedes, pide ayuda.


  • Mantén la disciplina, que no tiene por qué ser siempre algo incómodo y molesto. Recuerda que lo haces porque quieres.


  • Sé positivo y evalúa lo que has logrado, antes que lo que te falta para alcanzar el objetivo. No es ser ingenuo, sino saber que se avanza.


  • Si puedes, haz cosas en grupo, y si no es posible, cuéntale a alguien lo que te propones, para que te acompañe en el camino.


¡¡Ahora solamente queda poner manos a la obra!!!


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