Hoy vamos a trabajar sobre los recursos y las fortalezas asociadas tanto al desarrollo personal como al bienestar emocional que nos ayudará a tener una mejor calidad de vida.
Usaremos para este artículo el libro llamado: Programa de Personas Mayores. Vivir En Positivo, Vivir Bien, Sentirse Mejor de la Fundación Bancaria ”la Caixa”. 2016.
Para tomar mejores decisiones debemos tener conciencia sobre recursos y fortalezas asociadas tanto al desarrollo personal como al bienestar emocional.
Es fundamental partir de:
• Reconocer que todos tenemos necesidades psicológicas que activan formas de comportamiento como son la autonomía, la competencia, el crecimiento y el desarrollo personal, que dan respuesta a la necesidad natural de comprometer nuestros intereses, poner en práctica nuestras habilidades, superar retos y desafíos, a causa del interés que nos proporcionan, por la satisfacción ligada a su realización, porque dan sentido a nuestra vida.
• La exigencia básica en los seres humanos de ser los dueños y controlar nuestro propio destino, de la necesidad elemental de ser libres para iniciar comportamientos, de ser capaces de hacer elecciones y que esas elecciones determinen las acciones, de ser agentes causantes de lo que nos sucede, de ser autodeterminados.
• La necesidad de ser competentes y poder adaptarnos de forma flexible al ambiente social, donde la vida se desarrolla, para poder llevar la vida que cada uno desee.
Las personas en general, y las mayores en particular, cuentan con recursos personales (esos elementos que nos ayudan a manejar la vida y que pueden ser de carácter afectivo, como el control de las emociones; cognitivo, como las creencias; social, como los vínculos; instrumental, como las conductas que nos permiten sentirnos mejor, etc.), adquiridos a lo largo de su trayectoria vital, que promueven su adaptación a situaciones asociadas al envejecimiento, y también a la adquisición de nuevas competencias y habilidades.
Es importante tener en cuenta la capacidad de adaptación de las personas y de los aprendizajes asociados al paso del tiempo —en otras palabras, de sus recursos—, prestando atención al análisis de fortalezas y recursos personales ligados al bienestar y desarrollo personal.
En el envejecimiento, como en cualquier otra etapa de la vida, existen cambios y también continuidad, aunque los estudios en gerontología se hayan centrado principalmente en los cambios negativos y hayan dejado a un lado los positivos.
Entre los cambios negativos asociados a la vejez, destacan la pérdida de seres queridos y de posibilidades laborales, la disminución de la salud, el vigor físico y muscular, y de algunas capacidades sensoriales, motoras y de memoria.
Entre las ganancias, destacan la representación de nuevos papeles, la responsabilidad, el disfrute del ocio, la sabiduría, la mejor integración entre cognición y emociones, la «visión», el manejo de las emociones y una inmensa capacidad de adaptación.
La vida nos enseña que hay que mirar al futuro, tener en cuenta el pasado y aprovechar y centrarse en el aquí y el ahora.
Este pensamiento se encuentra en la base de los acercamientos psicológicos relacionados con la conciencia plena (mindfulness).
Eleanor Roosevelt, diplomática y activista política que participó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, expresó este concepto en una bella frase (más tarde popularizada por un personaje de una película de animación), cuya traducción vendría a ser: «El ayer es historia, el mañana es un misterio, el hoy es un regalo, por eso se llama presente».
Esta inspiradora frase viene a decirnos que cada momento es un regalo que nos permite vivir nuestra vida. El presente es un momento en el que podemos hacer, pensar y sentir.
Pero podemos utilizar este regalo para pensar y sentir cosas del pasado o del presente por venir, el futuro, orientándonos así hacia delante o hacia atrás.
La posibilidad de cambiar nuestra orientación temporal (hacia el presente, pasado o futuro) determina la perspectiva temporal.
La perspectiva temporal estudia cómo las personas dividimos el flujo de nuestra experiencia personal en zonas o categorías de tiempo (pasado, presente y futuro), y cómo estas influyen en nuestros pensamientos, ideas, emociones y conductas.
Si somos flexibles con nuestra perspectiva temporal, seremos capaces de vivir mejor.
Los años nos enseñan muchas cosas, pero en nuestra mano está el utilizar el presente sabiamente, nutriéndolo de nuestro aprendizaje pasado y orientándolo hacia el futuro que queremos, evitando caer en recuerdos dolorosos que empañen el presente y preocuparnos por cosas que podrían no llegar a suceder, o que, simple y llanamente, no podemos controlar.
En el próximo artículo trataremos varios de estos temas para ir teniéndolos en cuenta a la hora de mejorar nuestra calidad de vida para planificar nuestros proyectos y adaptarnos a los nuevos desafíos que trae el envejecimiento.
¡¡Ahora solamente queda poner manos a la obra!!
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