sábado, 28 de agosto de 2021

¿Cómo mejorar la atención?

 Hoy vamos a trabajar sobre la atención y qué podemos hacer de ahora en adelante para mejorarla.


Seguimos analizando el libro del que hablé en los videos anteriores de La Obra Social Fundación ”la Caixa”  “Vive el envejecimiento activo. Memoria y otros retos cotidianos”. 


La atención y envejecimiento


En realidad, debe hablarse de distintos tipos de atención, y no de una única idea. 

Existe la atención selectiva, la atención focalizada, la sostenida y la dividida. 

Además, numerosas tareas que precisan mucha atención inicialmente, mientras aprendemos a realizarlas, llegan a ser realizadas de forma automática una vez se manejan con seguridad (por ejemplo, conducir, hacer punto, atarse los zapatos, etc.), permitiéndonos realizar con facilidad otras tareas simultáneamente (atender a la circulación mientras conducimos, ver la televisión mientras hacemos punto, conversar con alguien mientras nos atamos los zapatos, etc.). 


Pero vamos a ver cuáles son los tipos de atención a los que nos referimos:


La atención selectiva:


La atención selectiva implica filtrar los estímulos que nos rodean para centrarnos en la información que nos interesa. Un clásico ejemplo se da cuando estamos en cualquier situación social en la que se producen varias conversaciones simultáneamente, pero solo atendemos a una de ellas (por ejemplo, en una boda, en una gran comida familiar, etc.).



La atención focalizada


Esta forma de atención implica concentración. Sabemos dónde va a aparecer el objetivo, aunque también hay información distractora que debemos ignorar.

 

Supongamos que tenemos una caja llena de botones de colores y queremos buscar un botón rojo y del mismo tamaño (ese es el objetivo) que los de nuestro abrigo.


Esta actividad requiere de la atención focalizada, ya que sabemos dónde está el objetivo (en la caja), pero también hay elementos distractores (todos los otros botones que no son rojos ni del mismo tamaño que los del abrigo).

 

En función de factores como la cantidad de estímulos distractores que deban ignorarse, o según la motivación que nos despierte el objetivo en el que hay que centrarse, será más o menos difícil focalizar la atención.


En general, esta capacidad se conserva incluso en edades avanzadas, si bien es cierto que puede facilitarse la tarea simplificando la actividad, eliminando al máximo los elementos distractores (en nuestro ejemplo, la cantidad de botones de la caja) o la exigencia del objetivo (es más fácil buscar, simplemente, botones rojos que botones rojos de un determinado tamaño).



La atención sostenida


Este tipo de atención requiere mantener la atención focalizada durante un periodo de tiempo más o menos largo. Por ejemplo, un trabajador en una distribuidora de fruta cuyo trabajo consiste en retirar todas las manzanas dañadas de entre las que, por una cinta transportadora, van pasando por delante de él. 


En muchas ocasiones, en nuestra vida cotidiana mantenemos la atención sostenida. Es más, a veces lo hacemos tan bien, nos centramos tanto en una actividad (por ejemplo, leer, mirar fotografías, etc.) que no nos enteramos de nada de lo que está sucediendo a nuestro alrededor: no oímos el teléfono, no nos percatamos de que ha empezado un programa televisivo que nos gusta, incluso puede que no advirtamos que nos están llamando y deban hacerlo insistentemente para que reaccionemos.


La edad no parece afectar a la capacidad de atención sostenida en sí misma, pero sí puede evidenciarse cierta dificultad según las exigencias de la tarea.



La atención dividida y la atención alternante


La atención dividida es la capacidad de atender a más de una cosa simultáneamente. 


Dividir y alternar la atención se complementan, y por ello se presentan juntas, ya que, para atender a dos o más cosas a la vez, normalmente se alterna entre centrar la atención en una y otra cosa


Un ejemplo sería coser y mirar la televisión. La atención puede estar realmente dividida a la vez, estando limitada para las dos tareas, es decir, no rindiendo al máximo en ninguna de ellas, porque la otra nos distrae. Sin embargo, lo más habitual es prestar más atención a la televisión en momentos que especialmente nos interesan (una noticia determinada, un momento crítico de la película, etc.) y a coser en otros (al tener que realizar un punto más complicado de la labor, o durante los anuncios de la televisión).



Los procesos automáticos


Existen muchas actividades que realizamos en nuestra vida cotidiana que no requieren de atención o esfuerzo y que, por tanto, nos facilitan realizar alguna otra cosa al mismo tiempo. Es lo que denominamos procesos automáticos y que, especialmente cuando han sido adquiridos en la infancia y en la juventud, se mantienen intactos en edades avanzadas.


Son ejemplos de procesos automáticos la lectura y la escritura, o, cuando se sabe mecanografía, el teclear sin mirar.


Cuando un niño aprende a leer debe poner mucha atención y esfuerzo para distinguir los rasgos de las letras, su forma, las distintas maneras de representarse (mayúscula, minúscula, de imprenta, de caligrafía, etc.), así como la forma de pronunciarse cada letra, y cómo se ligan entre sí para formar palabras. Cuando son capaces de leer con esfuerzo una frase corta, después de leerla tratarán de encontrar su significado.


Primero leerá… «EeL GggAaaTttO BbbEeeBbbE LEeeCHE»; luego entenderá «El gato bebe leche».


Sin embargo, una vez que el proceso de lectura se domina y, por tanto, se convierte en un proceso automático, no requiere de estos esfuerzos, se lee sin pensar cuál es cada letra ni cómo se unen entre sí, y ello permite comprender lo que se lee a la vez que se está leyendo.


Otro ejemplo es el de la conducción. Mientras que cuando se está aprendiendo se precisa mucho esfuerzo y atención para coordinar los pedales, el volante, el cambio de marchas, mirar por el retrovisor, etc., siendo muy difícil atender a la vez a todo lo que sucede en la circulación, cuando ya se domina la técnica es posible compaginar no solo atender a la circulación, sino también conversar con los acompañantes e, incluso, buscar el camino correcto.





10 Ejercicios para entrenar la concentración mental *


1. Organízate antes: Esta organización implica dos aspectos distintos:


  • Entorno sin distracciones: Antes de empezar intenta poseer un entorno ordenado y sin distracciones.


  • Estructura las tareas: Antes de empezar trata de apuntar en un papel cuales son las tareas que realizarás, cómo las harás y en qué orden.


2. Céntrate en una cosa a la vez


3. Relájate


Si notas que el estrés o la ansiedad interfiere en tu capacidad para concentrarte puedes realizar el siguiente ejercicio de respiración profunda:


  • Siéntate cómodamente, cierra suavemente los ojos. Inspira por la nariz y expira por la nariz o por la boca.
  • Haz una inspiración lenta por la nariz (5 segundos), retén el aire durante otros 5 o 7 segundos y expira el aire durante unos 10 segundos.
  • Realizar este proceso 3 veces seguidas.


4. Utiliza los números


Una de las actividades cognitivas que más fortalecen nuestra concentración es el cálculo. Para realizar este tipo de operaciones mentales se requiere un gran nivel de concentración.


Desde hacer los famosos sudokus que para mucha gente puede resultar una forma más amena de realizar este tipo de actividades, hasta realizar cualquier tipo de operación matemática de forma regular mejorará tu capacidad de concentración.


5. Entrena tu atención


Una de las formas más eficaces para que trabajes tu atención en tus ratos libres es realizar las típicas sopas de letras.


6. Un momento de atención plena


El ejercicio consiste en centrarte en tu respiración durante un par de minutos, y su objetivo es que te ayude a restaurar tus pensamientos, te relajes y obtengas esa claridad mental que puedes haber ido perdiendo durante el día.


Para hacerlo tienes que estar de pie, dejar los ojos abiertos, respirar con el vientre (no con el pecho), expulsar el aire con la nariz y centrar toda tu atención en el sonido y ritmo de tu respiración.


Haciendo esto en esos momentos restablecerás tus pensamientos y tu atención, te será más reorganizar los conceptos de tu cabeza, y alcanzaras un estado más adecuado para poder concentrarte.


7. Observación consciente


En este caso, la observación consciente consiste en escoger un objeto cualquiera. Puede ser la tapa de un libro, una lámpara o una taza de café (da igual la cualidades del objeto).


Una vez hayas escogido el objeto, debes observarlo muy atentamente y conseguir centrar toda tu atención en él durante unos 3 o 4 minutos.


Al hacerlo nuestra mente se libera de ciertos pensamientos, se centra en el presente y nos proporciona una sensación de “estar despiertos” que nos ayuda a concentrarnos en un aspecto concreto.


 

8. La imagen mental


Al igual que con el otro ejercicio, deberás escoger un objeto cualquiera que tengas a mano (un lápiz, un tenedor, unos zapatos…) y observarlo de forma minuciosa, centrando toda tu atención en él, e intentando recordar cada detalle de ese objeto.


Una vez hayas observado el objeto lo más atentamente que hayas podido durante unos 2 o 3 minutos, deberás intentar recrear una imagen mental sobre el objeto en tu cabeza, de manera que esa imagen sea lo más parecida posible al objeto.


Con este ejercicio, aparte de centrar tu atención en el presente como en el anterior, trabajarás tus procesos de almacenamiento de información, por lo que deberás realizar un trabajo de concentración extra para recuperar la información del objeto que acabas de observar.



9. Expresión de nuestros recuerdos


Un ejercicio que podemos realizar consiste en recordar nuestras vacaciones, escribiendo todos los detalles que recordemos de ellas: dónde fueron, con quién fuiste, qué lugares visitaste, qué anécdotas sucedieron, etc.


Este ejercicio se puede realizar por la noche, de forma relajada y tranquila, durante unos 30-40 minutos antes de irse a dormir.



10. Concéntrate en tu día


Otro ejercicio que puede realizar antes de ir a dormir es intentar recordar todo lo que has hecho durante todo el día cuando te metes en la cama.


Lo puedes hacer cuando ya estás tumbado en la cama, y el objetivo es que durante los 5 o 10 minutos que realices este ejercicio, puedas ir recordando con el máximo detalle posible todo lo que has hecho durante el día, las personas que has visto o las cosas que te han llamado la atención.



Ya sabemos cuáles son las medidas que podemos y debemos tener en cuenta a la hora de prevenir accidentes y mejorar nuestra calidad de vida, entonces...


Ahora solamente queda poner ¡manos a la obra!


Te dejo a continuación algunos links con cuadernos gratuitos para que puedas bajártelos y hacer los ejercicios...


Cuadernos de Atención (https://www.ecognitiva.com/cuadernos/)


Ejercicios de Atención


Ejercicios de Atención sostenida


Ejercicios de Rastreo visual


Ejercicios de Encuentra las diferencias



* Marcel Gratacós. (20 de septiembre de 2018). 10 Ejercicios para Mejorar la Concentración (Niños y Adultos). Lifeder. Recuperado de https://www.lifeder.com/ejercicios-para-mejorar-tu-concentracion/



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sábado, 21 de agosto de 2021

¿Cómo mejorar la habilidad manual, el caminar y el mantenimiento de la postura?

En este artículo vamos a trabajar sobre las habilidades motrices y qué podemos hacer de ahora en adelante para mejorarlas.


Seguimos analizando el libro del que hablé en los videos anteriores de La Obra Social Fundación ”la Caixa”  “Vive el envejecimiento activo. Memoria y otros retos cotidianos”


Las habilidades motrices fundamentales comprenden, básicamente, la destreza manual, la marcha (es decir, la capacidad de caminar) y el mantenimiento de la postura. 


El gesto motor, es decir de movimiento, tiene su soporte físico esencial en los huesos, articulaciones, tendones y músculos. 


El movimiento responde a un amplio abanico de posibilidades y matices, obedeciendo a una compleja organización que reside en el cerebro y que cuenta con múltiples interconexiones.


El conjunto musculoesquelético debe trabajar en armonía, con flexibilidad, para lograr la adecuada coordinación entre músculos y articulaciones.



La habilidad manual

La mano representa la máxima evolución de las extremidades superiores en la evolución de las especies y determina muchas de las capacidades funcionales y creativas únicas de la especie humana. 


En el cerebro humano se ha desarrollado una extensa área que ha evolucionado para controlar las manos y, especialmente, los pulgares. La posición y movilidad del pulgar y las posibilidades de prensión que permite suponen un refinamiento del control manual, representando uno de los grandes factores que ha llevado al ser humano a desenvolverse con mayor éxito en gran variedad de entornos climáticos y geográficos. 


Pensemos en la era actual, la de las nuevas tecnologías. En este caso, una nueva función ha potenciado claramente un órgano: el pulgar. Hay quien a la generación joven actual la llama la «generación del pulgar», ya que con dicho dedo, pulsando sobre distintas herramientas tecnológicas, se comunica, se saluda o se decide la suerte de un programa de televisión, entre otras cosas.


La mano supone una importante herramienta creativa, algo así como una extensión del intelecto, un medio de comunicación no verbal y uno de los principales órganos sensoriales. 


La destreza manual determina, en gran medida, la calidad de muchas de las habilidades cotidianas, de funcionalidades relacionadas con el trabajo y de actividades recreativas. Además, permite llevar a cabo movimientos de extrema precisión, así como realizar tareas que requieren de considerable fuerza. 


Con la mano pueden ejercerse distintas formas de prensión, como:


  • la prensión por oposición terminal entre el pulgar y otro dedo, que es la que nos permite por ejemplo sostener una aguja; 
  • la prensión por oposición subterminal, que nos permite, por ejemplo, sostener un lápiz (pero no para escribir); 
  • la prensión por oposición subterminolateral, que se demuestra por la capacidad de sostener una moneda entre el lateral del índice y su presión con el pulgar (por ejemplo, para insertarla en la ranura de una máquina, o para girar una llave en una cerradura); 
  • la prensión tridigital, que nos permite sostener un lápiz para escribir;
  • las prensiones tetra y pentadigitales, que permiten la acción de enroscar y desenroscar; o 
  • la prensa esférica, que permite sostener objetos redondeados

Por otro lado, no suele pensarse en la capacidad que la mano tiene, además de para agarrar, para soltar, y que ante determinadas enfermedades que suponen una rigidez y/o lentitud (como la enfermedad de Parkinson) puede verse limitada.


Para estimular la motricidad manual fina son recomendables:


    • las actividades recreativas tipo manualidades: 

    • modelar con distintos materiales (arcilla, plastilina, etc.), 

    • dibujar

    • pintar (también escribir); 

    • hacer labores (coser, hacer punto, ganchillo, punto de cruz, etc.); 

    • así como ejercicios de separar o agrupar botones, legumbres, semillas, etc.



La funcionalidad motriz


El declive de la funcionalidad motora asociado a la edad puede deberse a distintos factores. 


Por ejemplo, algunas consecuencias de la osteoartritis de los dedos son dolor, inflamación, deformidades en las articulaciones y reducida movilidad de dedos y muñeca, dificultando ciertas actividades de pinza y/o prensión.


Del mismo modo, también contribuyen a la alteración del movimiento en general factores conductuales asociados al envejecimiento, como el declive en el ejercicio y en la actividad física y un estilo de vida más sedentario.


Muchas personas, al hacerse mayores, caminan y se mueven más lentamente, y cuando no está asociado a otros trastornos o enfermedades (como la enfermedad de Parkinson) se considera un rasgo del síndrome de fragilidad física del envejecimiento.


El funcionamiento ágil de las articulaciones deriva de la integridad de distintos tejidos y estructuras, como ligamentos, tendones y cartílagos.


¿Cómo afecta la edad a las articulaciones y a la pérdida de movilidad? 


Con el avance de la edad se producen cambios importantes en el entorno de las articulaciones y, como resultado, las fibras de tendones y ligamentos se empiezan a fragmentar, de forma que pierden capacidad para compensar la tensión derivada del movimiento de las articulaciones. 


Consiguientemente, las articulaciones pierden elasticidad y se vuelven más propensas a lesiones. A la larga, el resultado funcional es que hasta pequeños movimientos de articulaciones se tornan dolorosos. 


Ya desde los 20 años de edad, los cartílagos experimentan cambios en su grosor. En edades avanzadas se han adelgazado considerablemente y son muy frágiles. 


Como resultado de todo este desgaste acumulado a lo largo de la vida en las articulaciones, se manifiesta la artritis, pudiéndose sentir dolor aun cuando las articulaciones estén flexionadas. 


La más común es la osteoartritis, que se caracteriza por una serie de desajustes en las articulaciones, resultando en dolor y pérdida de flexibilidad y movilidad. 


Algunas profesiones o aficiones que suponen determinados movimientos repetitivos pueden incrementar el riesgo de padecer dichas alteraciones o adelantar su aparición (por ejemplo, algunos deportes, el manejo continuado de determinadas herramientas como el martillo neumático, etc.).


La marcha


En términos médicos, el hecho de caminar se denomina marcha. Cuando caminamos sin ningún tipo de problemas, se dice que tenemos una marcha normal. Una marcha normal se caracteriza por caminar con sensación de libertad, porque los movimientos son casi automáticos y la deambulación se realiza prácticamente sin tener conciencia de ellos. 


El peso se desplaza de forma alterna de una pierna a otra. Al mismo tiempo, los brazos se balancean de forma cruzada al movimiento de las piernas (es decir, si la pierna izquierda se adelanta, el brazo derecho se desplaza hacia atrás, y viceversa). La postura del tronco varía en cada persona, pero en general es más o menos erecta. Existe una alta variabilidad individual en la marcha.


De hecho, algunas personas tienen un modo de andar tan característico que pueden ser identificadas a distancia por su aspecto o por el sonido de sus pasos. 


El envejecimiento suele causar un progresivo enlentecimiento de la marcha, así como de las acciones motoras en general, debido al deterioro de algunas estructuras del sistema nervioso. 


Junto a los problemas óseos y articulares antes descritos, es frecuente que moverse resulte una actividad más costosa que cuando se era más joven. Sin embargo, las personas que han tenido una vida especialmente activa y que, con la edad, siguen manteniendo un cierto nivel de ejercicio físico acusan menos las dificultades de movimiento.


No obstante, la disminución de algunos recursos cognitivos como la capacidad de atención (esto lo veremos en el próximo artículo) en sus distintas modalidades puede afectar a la efectividad y la seguridad de la marcha.


Debe prestarse atención al caminar y, especialmente, en edades avanzadas, ya que algunas habilidades como la capacidad de atención dividida pueden verse disminuidas. 


Otras precauciones a tener en cuenta son el incrementar la autoconciencia que significa estimar correctamente las propias limitaciones físicas, ya que el subestimarlas puede llevar a una inadecuada valoración de los riesgos del entorno (suelos resbaladizos, caminos estrechos, pavimentos en mal estado, cruzar calles por lugares indebidos, etc.) e incrementar el riesgo de caídas. 


Consejos para estimular la habilidad motriz


  • Procure realizar ejercicio físico
  • Es muy importante mantenerse activo socialmente. En un reciente estudio sobre personas mayores, se sugiere que una menor participación en actividades sociales está relacionada con una mayor probabilidad de declive de habilidades motoras como la fuerza y la destreza.
  • Muchas actividades cotidianas pueden contribuir a la preservación de la destreza manual: coser, hacer bricolaje, manualidades, etc. Ahora bien, debe evitarse la realización de ciertas actividades de forma prolongada si aparece dolor en las articulaciones de manos y dedos, distribuyendo, en tal caso, la actividad en sesiones más cortas.
  • Si padece dolor en las manos, tal vez se beneficie de masajes periódicos por parte de un profesional de la manicura o un fisioterapeuta, o simplemente de un suave masaje con crema hidratante realizado por algún familiar o amigo, sin que ello sustituya el consejo médico.}





Pensando en la habilidad motriz: adaptaciones en el entorno para facilitar las actividades de la vida diaria


El movimiento es un requisito indispensable en la mayor parte de las actividades cotidianas, empezando por aquellas más básicas, necesarias para llevar una vida autónoma. A continuación veremos algunas orientaciones para, en función de cada necesidad particular, poder adaptar el entorno y, así, tratar de facilitar el desarrollo de tales actividades.


La higiene personal y el baño


El baño puede ser una actividad peligrosa para personas con problemas de movilidad y estabilidad. La accesibilidad y seguridad pueden mejorarse con medidas para evitar o minimizar el riesgo de resbalones o tropiezos.


  • Para la ducha, es recomendable la instalación de un pasamanos (firmemente sujeto a la pared) para ayudar a salvar el pequeño escalón de entrada. Asimismo, utilizar un asiento estable dentro de la ducha disminuye el riesgo de caídas.
  • Cuando exista dificultad para inclinar el cuerpo hacia delante y alcanzar zonas como rodillas o pies, se puede recurrir a esponjas con mango largo.
  • Para utilizar gel, champú o cremas hidratantes, pueden resultar muy útiles dispensadores fijados a la pared y fácilmente recargables. Así se evitarán las incomodidades que pueden derivarse de abrir y cerrar frascos con las manos mojadas, además del riesgo de caída al no poder sujetarse por tener las manos ocupadas.
  • Se recomienda colocar velcros en las toallas para su sujeción, para así poder destinar las manos únicamente al secado del cuerpo y no a tener que, además, sujetar la toalla.
  • Es muy importante que el suelo del cuarto de baño sea de algún material antideslizante (también pueden colocarse alfombrillas de goma en las zonas de mayor uso) y evitar que esté mojado (usar, por ejemplo, alfombrillas de toalla para la salida de la bañera o de la ducha).
  • En la zona del inodoro también puede resultar muy útil la colocación de un pasamanos para facilitar el gesto de sentarse y levantarse.

      

Asimismo, si se considerara necesario existen unas sencillas alzas que se colocan encima del inodoro para que el asiento quede más elevado y, así, facilitar igualmente el sentarse y levantarse del mismo (consultar en ortopedias).


  • La reducción de la fuerza o de la efectividad de prensión manual puede hacer más difíciles tareas como el afeitado, el cepillado de dientes o el secado del pelo. Son muy recomendables aparatos como los cepillos de dientes eléctricos o las máquinas de afeitar eléctricas, así como secadores ligeros. Por otro lado, el simple engrosamiento (por ejemplo, con gomaespuma) de artículos convencionales (cepillos de dientes, peines, cubiertos, etc.) contribuye a facilitar su agarre y utilización.


El vestido y el desvestido


Los problemas articulares y/o de inestabilidad pueden dificultar las tareas de vestido y desvestido. Algunas sugerencias para facilitar estas actividades:


  • Siempre que sea posible, es recomendable vestirse y/o desvestirse estando sentado, ya sea en la cama o en una silla disponible en la habitación.
  • En caso de tener problemas para alcanzarse los pies, o para no forzar la flexión de cadera en caso de lesiones o dolor, pueden utilizarse calzadores largos o pasamedias adaptados (consultar en ortopedias).
  • El uso de prendas con cintura elástica (en lugar de botón, cremallera, cinturón, etc.) o de zapatos sin cordones ni hebillas (mejor cierres de velcro, o sin cierres, siempre y cuando el pie quede bien sujeto) facilita la tarea del vestido, especialmente cuando existan problemas manuales que entorpecen la motricidad fina.



La comida y el manejo de utensilios


Si por problemas manuales (dolor articular, deformidades óseas, problemas de prensión, etc.) manejar los cubiertos se convierte en una ardua tarea, probablemente se pierda interés en la comida. 

La recomendación del uso de cubiertos adaptados es una opción para mantener la independencia en una actividad tan importante como la alimentación. 


Pueden ser de gran utilidad los siguientes objetos:


    • Cucharas ligeras y con el mango curvo y/o engrosado.

    • Tenedores y cuchillos ligeros y con el mango engrosado.

    • Tazas con dos asas, para facilitar su agarre.


En caso de precisar orientación, puede consultar con su médico de familia para que le indique la posibilidad de contactar con un profesional, como un terapeuta ocupacional, especialista en orientar a los usuarios y a sus familiares o cuidadores sobre las mejores estrategias de adaptación, tanto mediante cambios físicos en el entorno como mediante un entrenamiento específico en ejercicios y formas de proceder en la vida cotidiana para hacer que las actividades resulten más fáciles y potenciar, así, la autonomía.


Ya sabemos cuáles son las medidas que podemos y debemos tener en cuenta a la hora de prevenir accidentes y mejorar nuestra calidad de vida, entonces...


Ahora solamente queda poner ¡manos a la obra!



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lunes, 16 de agosto de 2021

¿Cómo manejarnos con el cambio en el aparato sensorial (tacto)?

 Hoy vamos a trabajar sobre el tacto y qué podemos hacer de ahora en adelante para mejorarlo.


Seguimos analizando el libro del que hablé en los artículos anteriores y que plantea la importancia fundamental que tiene mantener activa nuestra mente y nuestros sentidos en las diferentes etapas de la vida y en especial para el Adulto Mayor.


La Obra Social Fundación ”la Caixa” ha publicado una guía titulada “Vive el envejecimiento activo. Memoria y otros retos cotidianos”. 


Ahora veremos cómo funciona el sistema somatosensorial y los efectos del envejecimiento.


El sistema somatosensorial es el responsable de distintas sensaciones y está formado por una serie de receptores en la piel, células nerviosas o neuronas y sus extensiones, denominadas axones, que forman unas vías por las que viajan los mensajes (en forma de señales o impulsos nerviosos) hasta distintas zonas del cerebro, que interpreta su significado. 


El sistema somatosensorial recibe múltiples tipos de señales del cuerpo: roces, golpes, dolor, presión, temperatura y sentido de la posición de músculos y articulaciones. 


Estos distintos tipos de sensaciones se agrupan en tres vías distintas en la médula espinal y tienen distintos destinos en el cerebro para su interpretación. 


La primera modalidad de percepción es el tacto discriminativo, que incluye el tacto, la percepción de presión y la percepción de vibración. 


El tacto discriminativo nos permite reconocer letras en relieve con los dedos, describir la forma y textura de un objeto sin verlo, o sentir que una pieza de ropa nos aprieta, por ejemplo. 


El segundo grupo es el de la percepción de dolor y de temperatura, así como la percepción de picor y de cosquilleo. 


La tercera modalidad es la llamada propiocepción, e incluye receptores para lo que sucede bajo la superficie corporal: tensión de los tendones o músculos, posición de las articulaciones, etc. 


Algunos receptores trasladan información al cerebro sobre la posición y estado de los órganos internos, lo que permite identificar cambios relevantes, como un dolor de estómago, por ejemplo.


Muchos estudios han mostrado que, con la edad, pueden verse afectadas las sensaciones de dolor, vibración, temperatura, presión y tacto.


No está claramente definido si estos cambios se deben al propio envejecimiento o a trastornos frecuentes en edades avanzadas, ni se conocen sus causas exactas (algunos estudios apuntan a una disminución del riego sanguíneo en los receptores del tacto, o en el cerebro, o en la médula espinal; otros lo atribuyen a pequeñas deficiencias dietéticas). 


En cualquier caso, lo cierto es que muchas personas experimentan cambios en las sensaciones relacionadas con el sistema somatosensorial a medida que envejecen, algunos de esos cambios son:


  • Puede resultar más difícil distinguir sensaciones térmicas (fresco-frío, templado-caliente, etc.), lo que aumenta el riesgo de posibles lesiones como quemaduras, hipotermia o congelación.


  • La disminución en la capacidad de detectar vibración, tacto y presión aumenta el riesgo de lesiones como úlceras por presión (frecuentes en pacientes encamados o con movilidad reducida que permanecen mucho tiempo en una misma posición).


  • Una sensación propioceptiva disminuida puede conllevar problemas al caminar por la no tan precisa capacidad de percibir la posición del cuerpo respecto del suelo. Asimismo, una reducida sensación táctil de los pies también puede contribuir a la inestabilidad postural.



Algunas repercusiones cognitivas y funcionales que podemos percibir:


  • Puede afectarse el tacto y la motricidad fina. Abrir una botella o manejar los cubiertos puede resultar más difícil.


  • Aunque algunas personas desarrollan una mayor sensibilidad a las rozaduras a causa de la pérdida de espesor de la piel (piel más fina), lo cierto es que con los años suele producirse una disminución de la sensibilidad de la piel que puede conllevar que una persona mayor no sienta dolor hasta que la piel ya se haya lesionado.


Esta pérdida de agudeza sensorial puede repercutir en distintos aspectos funcionales, como la destreza manual, la estabilidad postural, la sensación térmica o la percepción de dolor. 


La presencia de enfermedades que afecten al sistema circulatorio (por ejemplo, diabetes, accidentes vasculares cerebrales) o al sistema musculoesquelético (por ejemplo, artritis) pueden empeorar el desarrollo de dichas funciones.




Luego de analizar los cambios que pueden producirse, vamos a trabajar algunos consejos para prevenir lesiones o complicaciones derivadas de posibles cambios en la percepción táctil y de sensaciones:


  • Es recomendable limitar la temperatura máxima del agua doméstica (la mayor parte de los termotanques y calefones cuentan con un regulador para tal fin) para reducir el riesgo de quemaduras.


  • Conviene guiarse por la temperatura indicada por un termómetro para decidir con qué tipo de ropa vestirse, en vez de esperar a sentir calor o frío para luego acomodarse. 


Llevando la ropa adecuada se ayudará a prevenir trastornos como enfriamientos o malestares derivados de una excesiva sensación de calor.


  • Es muy importante inspeccionarse la piel en búsqueda de pequeñas lesiones (especialmente los pies). En caso de encontrar alguna lesión, hay que tratarla y no asumir que, si no duele, no tiene importancia.


  • Debe informarse sobre la posibilidad de adquirir algunos instrumentos pensados para hacer la vida más fácil, en este caso cuando afloran problemas táctiles.


Algunos de estos elementos pueden ser:


  • bolígrafos ergonómicos, 
  • cubiertos con el mango engrosado, 
  • platos y vasos con protecciones antideslizantes, etc.


Ya sabemos cuáles son las medidas que podemos y debemos tener en cuenta a la hora de prevenir accidentes y mejorar nuestra calidad de vida, entonces...


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