Hoy vamos a trabajar sobre el olfato y el gusto y veremos qué podemos hacer de ahora en adelante para mejorarlos.
Seguimos analizando el libro del que hablé en los artículos anteriores y que plantea la importancia fundamental que tiene mantener activa nuestra mente y nuestros sentidos en las diferentes etapas de la vida y en especial para el Adulto Mayor.
La Obra Social Fundación ”la Caixa” ha publicado un libro/guía/ titulada “Vive el envejecimiento activo. Memoria y otros retos cotidianos”.
A continuación analizaremos cómo funcionan el olfato y el gusto y los efectos del envejecimiento.
A menudo, la importancia de los sentidos del olfato y el gusto pasa desapercibida. Uno y otro se complementan, como cuando interactúan estrechamente para ayudarnos a apreciar la comida.
La principal sensación de sabor proviene de los olores.
Para comprobarlo te invito a que realices una prueba:
Con los ojos tapados y un broche de ropa en la nariz, pide a alguien que te dé a probar algún alimento.
Ahí te percatarás de lo difícil que es distinguir de qué se trata. De hecho, aunque sepamos qué estamos comiendo, nos resulta mucho menos apetitoso, incluso insípido, como es en el caso de cuando estamos resfriados y padecemos los efectos de la congestión.
Los olores estimulan receptores en la nariz, pero la mayor parte de los aromas de los alimentos no se reciben a través de la nariz, sino a través de la parte de atrás de la garganta, lo que se conoce como olfato retronasal.
Así pues, lo que llamamos sabor de los alimentos es, principalmente olor.
Sin olfato, el placer de disfrutar la comida se reduce drásticamente.
Sin el sentido del olfato, el del gusto realmente solo percibiría los gustos primarios: dulce, salado, ácido y amargo.
La influencia del aroma en el estado de ánimo ha sido ampliamente estudiada.
Se ha sugerido que las fragancias pueden tener un efecto beneficioso en la irritabilidad, el estrés, la depresión y la apatía, y que, además, pueden potenciar la felicidad, la sensualidad, la relajación y la estimulación (aromaterapia).
Cómo funcionan estos sentidos:
Para cada olor percibido se crea (en nuestro cerebro) un patrón de actividad específico que nos permite identificarlo y asociarlo, por ejemplo, a un plátano, una rosa o una manzana; además, una posterior y muy amplia distribución de las señales a otras regiones cerebrales podría influir en nuestra capacidad para aprender, pensar, recordar, contemplar y, en definitiva, para ser.
El gusto se percibe desde las células receptoras de las papilas gustativas de la lengua (un adulto tiene, aproximadamente, 9.000), que son las responsables de la percepción de los cuatro gustos primarios: dulce, salado, ácido y amargo.
Sin embargo, sin la participación del olfato sería imposible percibir la amplia gama de sabores de la que podemos disfrutar.
Efectos del envejecimiento en el olfato y el gusto:
A medida que envejecemos, tanto la cantidad de células receptoras como la cantidad de neuronas del bulbo olfatorio disminuye.
Las personas mayores pueden tener solo un tercio de las células respecto a los jóvenes. Este podría ser el motivo por el que algunas personas pierden olfato con la edad.
El olfato alcanza su máxima agudeza entre los 20 y los 40 años de edad, se suele mantener estable entre los 50 y los 60 años y disminuye claramente a partir de los 70.
La investigación científica muestra que, con la edad, se produce una disminución olfativa que puede manifestarse como una menor capacidad para detectar olores, una reducción en la percepción de la intensidad de los olores detectados y una mayor dificultad para identificar los olores (ponerles nombre).
Aun así, las fronteras entre jóvenes y mayores son muy difusas respecto al olfato y, de hecho, muchas personas grandes tienen un sentido del olfato que perfectamente podría competir con el de jóvenes veinteañeros.
Al margen de la edad, algunos trastornos y enfermedades (neurológicas, endocrinológicas, nutricionales, víricas, etc.) pueden alterar el sentido del olfato, así como algunos tratamientos farmacológicos.
Con la edad también pueden percibirse cambios en el sentido del gusto. El número de papilas gustativas, que son los principales receptores del gusto en la lengua, empieza a disminuir hacia los 40-50 años en mujeres y hacia los 50-60 en hombres. Además, las papilas gustativas remanentes se empiezan a atrofiar.
La sensibilidad para los cuatro gustos primarios no parece empezar a disminuir hasta después de los 60, y no necesariamente se afecta.
Cuando sucede, los primeros gustos en afectarse son el salado y el dulce, mientras que el ácido y el amargo son ligeramente más resistentes.
De todos modos, investigaciones recientes han demostrado que, probablemente, la pérdida de papilas gustativas no interfiere tanto en la percepción del gusto como otros problemas funcionales o mecánicos frecuentes en edades avanzadas.
Por ejemplo, las personas mayores suelen producir menos saliva, lo que causa sensación de boca seca, interfiriendo en la percepción del gusto, además de dificultar ligeramente la digestión y potenciar algunos problemas dentales.
Junto a ello, los problemas de masticación derivados de la pérdida de piezas dentales o del uso de dentaduras postizas también pueden interferir en el disfrute de la sensación del gusto.
Es importante insistir en que, aunque el envejecimiento puede afectar de algún modo al gusto, en muchos casos lo que se percibe como una alteración del gusto es, en realidad, un problema de olfato.
Las alteraciones del gusto y del olfato en personas mayores tienden a ser subestimadas, por no considerarse críticas para la vida, pero, ciertamente, el sentido del olfato juega un papel importante tanto en nuestra seguridad como en la sensación de placer:
- El olfato y el gusto nos permiten saborear las comidas y nos ayudan a tomar decisiones sobre alimentos (dulce, salado, picante). Su alteración puede llevar a un uso excesivo de la sal y/o del azúcar, o afectar al apetito, resultando en pérdida de peso o deficiencias nutritivas y, consiguientemente, repercutir en la aparición o empeoramiento de algunas enfermedades.
- El olfato nos ayuda a detectar peligros, como la comida en mal estado o la presencia de humo o escapes de gas.
- Por otro lado, el olfato añade placer a las actividades cotidianas: pensemos en el aroma del pan recién hecho o de nuestro guiso favorito, la fragancia de las flores en primavera, o el olor a limpio y fresco de nuestro hogar.
- La pérdida de olfato también puede conducir a situaciones embarazosas o incómodas, sin pretenderlo. Por ejemplo, algunas personas con disminución de agudeza olfativa tienden a perfumarse excesivamente, debido a que no perciben la fragancia como antes, pero, aunque se haga inconscientemente, perfumarse excesivamente puede resultar molesto para quienes nos rodean. Del mismo modo, puede influir en la calidad del aseo personal.
Ante estas situaciones… ¿Qué podemos hacer?
Algunas recomendaciones:
Ejercitar el sentido del olfato
La pérdida de olfato suele ocurrir de forma gradual, pero, pueden seguirse algunas recomendaciones para ejercitar este sentido y ayudar a mantener su agudeza:
- Entrene su mente, no su nariz: la mayor parte de olores se perciben a un nivel inconsciente. Pensando en los olores de cosas familiares nos hacemos más conscientes de tal sensación.
- Huela a menudo, pero no mucho: el sentido del olfato se satura fácilmente, por lo que lo mejor es oler con moderación, hacer una pausa inspirando y expulsando el aire por la nariz rápidamente, y volver a oler. Para potenciar la discriminación entre olores, un buen ejercicio es oler distintas fragancias alternativamente.
- El olor puede ayudar a crear asociaciones que hagan las cosas y lugares más memorables: en ocasiones sucede espontáneamente, pero si se crean impresiones conscientes sobre el olor de las cosas será más fácil recuperar un recuerdo vívido a pesar del paso del tiempo.
- Varíe las fragancias: no permita que su sentido del olfato se aburra.
En distintos momentos del día, podemos deleitarnos con distintas fragancias, ya sea con un ambientador en el domicilio, incluso distinto en función de las habitaciones, variando de perfume según las circunstancias o según nuestro estado de ánimo, o simplemente poniendo flores en un jarrón.
Potenciar el sabor de las comidas
- Para disfrutar más plenamente del paladeo de las comidas y prevenir el uso abusivo de determinados aditivos, como el azúcar o la sal, es recomendable aderezar los platos con otros potenciadores de sabor que, además de estimulantes, sean más saludables. Muestra de ello son las especias aromáticas (laurel, orégano, comino, canela, ajo, perejil, etc.).
Consejos sobre seguridad
- Existen detectores de gas en forma de dispositivos o alarmas visuales altamente recomendables en los domicilios de personas mayores que puedan correr el riesgo de no detectar fugas de gas mediante el olfato.
- Es importante que, en caso de padecer una acusada pérdida de olfato, familiares, amigos o vecinos supervisen el estado de los alimentos almacenados para, así, prevenir el riesgo de ingesta de comidas en mal estado que pueda tener consecuencias nefastas para la salud.