Hoy vamos a trabajar sobre el lenguaje y qué ejercicios podemos realizar de ahora en adelante para mejorarlo.
Seguimos analizando el libro del que hablé en los videos anteriores de La Obra Social Fundación ”la Caixa” “Vive el envejecimiento activo. Memoria y otros retos cotidianos”.
En el envejecimiento el lenguaje, entendido como la capacidad de comunicación, no se altera. No obstante, sí pueden apreciarse algunas dificultades a la hora de expresarse o de comprender en determinadas situaciones.
El léxico
Con el envejecimiento, el vocabulario pasivo se mantiene o, dependiendo del nivel cultural y de factores como el mayor conocimiento y experiencia, incluso aumenta (los mayores reconocen y comprenden tantas o más palabras que los jóvenes). Aun así, aunque se disponga de un gran vocabulario, pueden aparecer dificultades importantes en recuperarlo, es decir en el acceso al léxico.
Es frecuente que se tengan problemas para encontrar la palabra adecuada, especialmente para nombres de personas o de objetos poco frecuentes.
Por ello pueden aparecer latencias (momentos vacíos o dubitativos al hablar) y fácilmente se tiende al uso de circunloquios (dar rodeos) como estrategia compensatoria.
Estos problemas se traducen en una frecuente sensación de «tenerlo en la punta de la lengua».
Dicho fenómeno o estado («en la punta de la lengua») ha sido ampliamente estudiado científicamente y se define por una incapacidad temporal de producir una palabra aun teniendo la certeza absoluta de que se conoce la palabra y su significado.
En ese momento, la persona suele ser capaz de dar rasgos fonéticos de la palabra que se pretende producir, como la letra por la que empieza, las últimas letras, etc.
Es frecuente que acudan a la mente algunas otras palabras relacionadas, pero no adecuadas, que deben ser constantemente rechazadas.
La sintaxis
A veces, las personas mayores pueden solicitar que se les repitan las cosas, no necesariamente porque no lo hayan oído bien, sino porque su capacidad de velocidad del procesamiento sintáctico puede verse limitada.
Igualmente, puede ser necesario leer varias veces un texto para comprenderlo totalmente.
Esta capacidad es la que permite dar sentido a todas las palabras dentro de una oración y de un contexto, y dar sentido final al conjunto.
Este proceso, aparentemente simple (es decir, entender lo que se nos dice o lo que leemos), implica, entre otras cosas, la participación de la memoria a corto plazo y de la atención.
El discurso
Al explicar cosas o participar en conversaciones, el discurso de las personas mayores puede presentar unas características particulares, relacionadas con aspectos cognitivos, sociales y afectivos propios de la edad.
Así, una de las posibles manifestaciones es la reducción de contenido informativo (es decir, que el discurso tienda a ser vacío), aunque el volumen del habla sea considerable, a veces con un incremento de interpretaciones y añadiduras subjetivas.}
También pueden experimentarse dificultades en la capacidad de organización del discurso, ya sea en su comprensión, como a veces en la dificultad para comprender historias o noticias complejas, o al expresarse, perdiendo el hilo conductor de lo que se está contando, omitiendo detalles, etc.
Es habitual una preferencia por programas de televisión simples y lineales antes que películas o programas complejos.
Estas dificultades pueden estar relacionadas con la capacidad de la atención, con la velocidad de procesamiento y/o con la memoria de trabajo, pero sin la existencia de problemas de razonamiento ni de alteración lingüística.
Debido a las posibles dificultades comentadas, junto con posibles problemas auditivos y/o visuales relacionados con la edad, puede suceder que las personas mayores presenten los siguientes problemas:
- Aparentan tener problemas de comprensión «característicos».
- Tienden a hacer discursos largos y, a veces, a perder la lógica (el hilo) de los mismos.
- Tienen problemas con la información escrita (dependiente también de alteraciones visuales, de la escolaridad, del hábito lector, etc.)
El estilo comunicativo con las personas mayores
Ahora veremos qué hacer en el caso de ser cuidadores de una persona mayor y también si somos nosotros quienes estamos pasando por estas situaciones en nuestra visa diaria.
Importante a tener en cuenta si somos cuidadores, convivimos o tenemos contacto con personas mayores que están atravesando esta etapa...
Es sabido y constatado que los mayores que gozan de una adecuada interacción social y que, por tanto, tienen facilidad para comunicarse, tanto expresando como recibiendo información, disfrutan de mayor calidad de vida y responden mejor a las atenciones de tipo sociosanitario.
Sin embargo, muchas personas (profesionales o no) tienden a emplear un lenguaje «especial» cuando se dirigen a los adultos mayores: se ha denominado habla para mayores.
Este tipo de habla se basa en estereotipos acerca de los mayores, como que son menos competentes, lo cual lleva a muchos de sus interlocutores a simplificar su comunicación, tratando de hacerla más comprensible y alterando el tono emocional de los mensajes.
Es un tipo de habla similar a la que frecuentemente se emplea con niños pequeños. Se caracteriza por un ritmo más lento, entonación exagerada, volumen elevado, más repeticiones y simplificación del vocabulario y la gramática (uso frecuente de diminutivos, por ejemplo).
Además, a menudo se emplean calificativos excesivamente protectores, que pueden llegar a percibirse como inapropiados (cariño, mi vida, cielo, etc.).
Este tipo de habla puede darse tanto en contextos sanitarios de distinta índole, como residencias, consultas médicas, hospitales, etc., como en situaciones cotidianas muy diversas: entorno familiar, amistades, comercios, etc.
Aunque se emplee con la intención de mostrar cariño y atención, y con la pretensión de hacer el lenguaje más comprensible, condicionado por los tópicos sobre la incapacidad de los mayores, lo cierto es que muchas personas mayores explican que lo perciben como degradante, condescendiente y presuponiendo su incompetencia.
Por ello pueden reaccionar con baja autoestima, depresión o retraimiento en las interacciones sociales; pueden incluso adoptar comportamientos dependientes coincidentes con los estereotipos que se les atribuyen.
Así pues, el habla para mayores no solo no contribuye a mejorar la efectividad de la comunicación, sino que los mensajes inherentes a este tipo de habla pueden, inconscientemente, reforzar la dependencia y potenciar el aislamiento, contribuyendo, en muchos casos, a la espiral de declive cognitivo, funcional y físico.
De este modo, aunque con buenas intenciones, quien usa este lenguaje se aleja del objetivo de potenciar la independencia en las personas mayores.
Ahora bien, en el otro extremo se encuentra el habla dirigente o autoritaria, empleada a menudo por quienes tienen que hacerse cargo de múltiples tareas y responsabilidades y no cuentan con los recursos apropiados para manejarlas. En este caso tampoco se reconoce la capacidad de autonomía de la persona mayor.
Un punto intermedio es el que se encuentra en el habla constructiva, que emplea un tono emocional constructivo, positivo, que equilibra la atención y el control, transmitiendo al oyente que es capaz de comprender el mensaje y de actuar independientemente.
Imaginemos unas situaciones de ejemplo que ilustran cada uno de los tipos de habla referidos:
- Habla para mayores
Cuidador/a: ¡Vaya, cielo! Ay, que se te ha derramado la leche...
Bueno, no pasa nada, cariño, ahora mismo voy a por un trapito, limpiamos la mesa y enseguida te cambio esa blusita por otra igual de bonita.
[María se mira la blusa, tratando de limpiársela.]
Cuidador/a: No te preocupes, que estarás hermosa.
Es un habla excesivamente protectora, dominante, que presupone incapacidad y hace uso de una inapropiada intimidad.
- Habla dirigente o autoritaria
Cuidador/a: ¡Ahora se te ha derramado la leche! Deberías haber esperado a que te la sirvieran.
[María parece compungida y se levanta de la silla.]
Cuidador/a: Anda, ve a cambiarte y ya te serviré otra taza.
Es dominante, poco atenta y no se reconoce la autonomía de la persona (al menos para tomar decisiones).
- Habla constructiva
Cuidador/a: ¡Oh! ¿Qué te ha pasado, María?
María: Se me ha derramado la leche y me he manchado. Me tengo que cambiar la blusa.
Cuidador/a: Estas jarras pesan mucho, no te preocupes. Si quieres, ve a cambiarte mientras yo limpio esto y te preparo otra taza.
Es un habla respetuosa que permite un equilibrio entre atención a la persona y dominio de la situación.
Se reconoce la independencia y el grado de autonomía de la persona, desterrando formas inapropiadas de hablar a las personas mayores.
Un buen modo de aprender a identificar y sensibilizarse con los distintos tipos de habla que se reflejan en las anteriores situaciones es evitando:
Diminutivos o palabras melosas. El uso frecuente de diminutivos o de palabras inapropiadas de cariño puede transmitir una inadecuada sensación de intimidad o un estilo relacional parecido al de los padres con sus hijos pequeños.
- Ejemplos: Blusita, perrito, sillita… Cariño, cielito, mi vida, tesoro, amor…
- Alternativas. No emplear diminutivos para referirse a los objetos cotidianos. Dirigirse a la persona por su nombre de pila o por su apellido, en función de la relación que se tenga con ella o del contexto en que se da la relación.
Uso inadecuado del plural. Emplear un sujeto plural cuando nos estamos refiriendo a un adulto independiente (es lo que, técnicamente, se conoce como uso del «plural sociativo» e implica al hablante de forma afectiva).
- Ejemplo: Ya te van a venir a buscar, ¿nos ponemos la chaqueta para que no tengas frío?
- Alternativa: Ya te van a venir a buscar, ¿te pones la chaqueta para que no tengas frío?
Preguntas capciosas. Son preguntas que incitan a una determinada respuesta y que presuponen que la persona no puede actuar o decidir por sí misma. Se condiciona su libertad de expresión.
- Ejemplo: Hace muy buena tarde. Te gustaría salir a pasear, ¿no?
- Alternativa: Hace muy buena tarde. ¿Te gustaría salir a pasear?
- Ejemplo: ¿Verdad que te has divertido en el centro de día? ¿A que tienes muchos amigos?
- Alternativa: ¿Qué tal te ha ido en el centro de día? ¿Has hecho amistades?
Uso de frases expresamente breves, enlentecimiento del habla y simplificación del vocabulario.
Son patrones de comunicación que, para la mayoría de personas mayores, no facilitan la comprensión y, sin embargo, a menudo se perciben como condescendientes o degradantes.
- Alternativa. Emplear un habla estándar, la misma que empleamos para hablar con personas de nuestra misma edad, siendo conscientes de que, por deficiencias auditivas o disminución de la capacidad de atención sostenida de nuestro interlocutor, tal vez debamos repetir algunas cosas o asegurarnos de que nos ha entendido (se pueden emplear expresiones como: «Tal vez no me he explicado bien», «Disculpa, a veces hablo muy rápido»).
Aumento del volumen y del tono de voz. Ante un sujeto con seria disminución auditiva puede funcionar, y de hecho es preciso, que se le hable considerablemente más alto de lo normal, pero en personas con una pérdida auditiva leve o corregida (uso de audífonos) el hecho de que se les hable con un volumen desmesurado solo contribuye a distorsionar más la percepción de los sonidos.
Si, además, se le añade un tono agudo (similar al que, a menudo, se usa afectivamente en el habla dirigida a niños pequeños) aún se agrava más la percepción de la persona mayor, ya que, justamente, una de las características de la pérdida auditiva asociada al envejecimiento es la mayor dificultad ante tonos de alta frecuencia (es decir, agudos).
Minimizando el uso generalizado del habla para mayores se pretende desmitificar los tópicos sobre la supuesta dependencia e incapacidad de las personas mayores solo por el hecho de tener cierta edad. Al contrario, un adecuado entorno comunicativo estimula las capacidades cognitivas y funcionales de las personas mayores.
Acompañando a la comunicación verbal, no hay que olvidar la importancia de la comunicación no verbal. El contacto visual y el lenguaje corporal incrementan el compromiso de la interacción y fortalecen el mensaje que desea transmitirse. Además, la coherencia entre lo que se dice y cómo se dice (tono, contacto visual, postura, etc.) aumenta la sensación de autenticidad de la relación.
Para lograr una comunicación efectiva es fundamental complementar el lenguaje verbal con el no verbal.
¿Qué podemos hacer si somos nosotros los que estamos pasando por esta etapa?
Ejercicios para estimular el lenguaje para adultos
- El ahorcado
- Nombrar objetos teniendo algunas pistas
- Frases orales verdaderas o falsas
- Describir posiciones de objetos
- Letras desordenadas
- Convertir números en letras
- Formando palabras
- Relacionar adjetivo con imagen
Ahora ya sabemos cuáles son las medidas que podemos y debemos tener en cuenta a la hora de expresarnos y mejorar nuestra calidad de vida, entonces...
Ahora solamente queda poner ¡manos a la obra!
Te dejo unos links para que puedas descargarte gratuitamente algunos cuadernos que contienen ejercicios…(sacados de https://www.ecognitiva.com/lenguaje/)
Video de este artículo 👇
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